Como muchas veces, a través de la historia desde que existen las Bolsas de Valores, han ocurrido etapas de pánico absurdo que generan caídas en los mercados bursátiles tan abruptas como las que estamos viviendo en estos días. Todo se origina por la percepción apocalíptica de los eventos, que en casi todos, no fueron tan catastróficos al final. Hoy todo el mundo es amenazado por el muy famoso Coronavirus, causante que el día Jueves 12.03.2020, el S&P 500 haya caído 9.51% y nuestra BVL 10.42%, algo no visto desde octubre del 1987. Estas caídas tan abruptas, tan verticales de los mercados, hacen ver como que la economía mundial prácticamente se esta paralizando y si bien, los gobiernos están tomando medidas que van a afectar a muchos sectores económicos, esto es muy poco probable que decale en un apocalipsis zombie o algo similar. En todos estos siglos desde que existimos, la humanidad ha superado numerosas adversidades y dada las características de este virus (alto riesgo de contagio pero también bajo índice de mortandad) es altamente probable que también lo superemos.

Pero como dice el refrán: «A río revuelto, ganancia de pescadores» en estos días de pánico han empezado a aparecer acciones a unos precios bastante atractivos y de una manera tan rápida que a muchos nos esta costando creer y también reaccionar, pues hasta para comprar en momentos de oportunidad se debe tener un esquema mental claro del balance del portafolio a los mejores precios que se pueda pagar a nuestro favor. Cuando suceden momentos de pánico de esta magnitud, personalmente lo veo como si fueras a un día de Cierra-Puertas de un almacén, pero que te pusieron de un momento a otro sin previo aviso, entonces te pones buscar todo el efectivo que tienes guardado, a organizarte en qué y cómo gastarlo, porque tampoco significa comprar alocadamente, pues finalmente el arte de balancear un portafolio es tan importante como saber a que precio comprar.

Con franqueza, como ser humano, deseo que esta pandemia acabe pronto, pero no puedo dejar de ocultar mi sentimiento como inversionista de ver que empiezan a aparecer ofertas realmente inmejorables.